Cuando yo era niño decía que quería ser doctor cigüeña. Años más tarde aprendí la palabra obstetra y la empecé a utilizar cuando me preguntaban que qué quería ser cuando fuera mayor. Mi camino me quedaba muy claro: iba a ser médico, obstetra, iba a hacer una maestría en genética y a través de mi doctorado iba a encontrar la cura contra el cáncer. Me casaría con el amor de mi niñez, tendríamos tres pares de gemelos, y viviríamos en la casa que había diseñado en mi mente. Tenía una imaginación muy vívida y tuve la enorme fortuna de crecer en un ambiente que me permitía soñar.
Mi vida ha sido todo menos lineal, y ya perdí cuenta de los cambios de dirección en mi camino. Por poco y no acabo la carrera de medicina. Mi profesor de obstetricia era un hombre vulgar que se divertía humillando a sus pacientes, lo odié y decidí que no quería seguir ese camino. Terminé la carrera, pero no hice residencia; en vez, tome cursos para hacerme ayudante de profesor en la facultad de medicina de mi escuela con la intención de ser mejor profesor que aquel que rompió mi sueño profesional. Tras unos años en educación, me di cuenta de que un problema aún mayor en el sector salud era que las decisiones políticas que impactaban los servicios y la educación médica eran tomadas por personas lejanas a la práctica de los servicios de salud. Así que decidí obtener un postgrado en administración y políticas de salud.
Desde entonces, he trabajado en administración de servicios de salud, en políticas de salud, y en educación para la salud. He trabajado en el sector académico y en el sector comunitario. He trabajado en abogacía y en el desarrollo de programas y servicios. Y durante este tiempo finalmente encontré mi hogar profesional en la American Public Health Association. Aquí encontré colegas que me enseñaron nuevas y diferentes perspectivas y cómo articular mis pensamientos para poder a abogar mejor. APHA me abrió las puertas a un mundo en el que encontré mentores y comunidades y amigos para toda la vida.
Tras una serie de eventos inesperados, fui nominado al Action Board, y a partir de ahí empecé a entender mejor la importancia de nuestro trabajo. Y quince años después, fui electo presidente de la asociación. Si alguien me hubiera dicho hace muchos años cómo iba a ser mi vida profesional, me hubiera reído a carcajadas. Pero es precisamente este viaje implausible el que me preparó para este trabajo. Para mí, la moraleja de esta historia es que soy el producto de todos mis errores y de todos mis aciertos. No hay un solo camino correcto.
Desafortunadamente, estoy en tratamiento contra un cáncer y por este motivo no podre estar presente en Denver. Pero espero poder conectar con muchos de ustedes virtualmente durante la conferencia anual.
Mi presidencia llega a su fin y quiero expresar mi más profunda gratitud por el honor de servir en este papel, aun en forma virtual.
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